El bueno de Menocchio
Otra lectura sorprendente. En este estimulante librillo se exploran infinidad de cosas complejas a partir de las heterodoxas alucinaciones de un pobre diablo del siglo XVI, pero subsumida entre todas ellas, como un diamante definitivo, está el origen y la seducción de las ideas propias a partir del hechizo de la lectura, del contacto con las ideas de otros. El fondo bibliográfico del volumen es ingente y rico, un valioso mapa para quien guste de estudios teológicos no demasiado convencionales, que se diría. No me cabe duda de que Carlo Ginzburg es un filósofo vocacional, por la pasión que desprenden sus razonamientos y lo atinados que resultan: uno no deja de asentir y emocionarse a medida que lee, y tiene la sensación de que el autor va coleccionando hallazgos inestimables con sprezzatura. No dejaría de recomendar este libro suyo. Ni dejaré de ir a por más.
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