Otra vez Flaubert
Un leitmotiv popular sublimado en la prosa melódica de Flaubert. Se trata del fragmento de una carta que le envía a su amigo George Sand el 29 de septiembre de 1866. La predicación secundaria que imagina el final de quien ha dedicado su vida a traficar con la expresión me resulta particularmente encantadora: menoscabado por los parásitos hematófagos y saltarines. Vuelvo a recomendar esta cuidadísima colección de su correspondencia: se llama El hilo del collar, su traducción corre a cargo de Antonio Álvarez de la Rosa y está editada en Alianza.
«No experimento como usted el sentimiento
de una vida que empieza, la estupefacción ante una existencia recién
despuntada. Me parece, por el contrario, que ¡siempre ha existido! Tengo
recuerdos que se remontan a los faraones. Me veo con mucha nitidez en
diferentes épocas de la historia, ejerciendo oficios diferentes y con variada
fortuna. [...] Fui batelero en el Nilo, alcahuete en Roma durante las guerras
púnicas, retórico griego en Subura, devorado por las pulgas. Fallecí durante
las cruzadas por haber comido demasiadas uvas en la playa de Siria. Fui pirata
y monje, saltimbanqui y cochero, ¿quizá también emperador de Oriente?».
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