Decorar la casa
Triestino. Luis Bravo. Cántico, Córdoba.
La mejor virtud del Luis Bravo poeta es, indudablemente, la naturalidad, una idea compleja y de la que resulta demasiado sencillo desconfiar. Más aún si la enuncia alguien como quien esto redacta, un caveman que se declara esencialmente hegeliano en cuestiones referidas al arte o a la enfermedad de escribir poemas. Literatura es todo lo que no es naturaleza, pues el poeta medita siempre sobre una serie de figuras o recursos a su disposición, recursos que someterá mediante actos de voluntad que nunca están presentes en la lógica de lo que llamamos naturaleza. Así, con naturalidad queremos referir sencillamente el hecho de que a Luis Bravo no se le nota el esfuerzo de su trabajo, que equivale a decir que no se le nota el esfuerzo de la belleza. Sus poemas parecen escritos con la facilidad de quien hace merecer la idea al pensamiento, esto es, que mantiene su equilibrio en un continuum en el que este último jamás se ve excedido por la primera. En Triestino nada es sospechoso porque nada es exagerado. Otra cuestión que hace de Luis Bravo un poeta a tener en cuenta son sus modales líricos: sus composiciones están atravesadas por un personalismo sofisticado que consigue devolvernos la fe en que el entorno y la experiencia pueden ser el origen de sabiduría genuina ('si subir debo con las manos limpias, / con el rumor desapareciendo'). En estos textos se insiste en isotopías relacionadas con la conciencia fenomenológica: las cualidades que se desprenden de quien piensa hacia los objetos. Vemos un extenso inventario de asociaciones simbólicas que parten de un diccionario universal y se acercan a la construcción de un sistema metafísico propio, que es el objetivo trascendente de todo poeta. La singularidad de estas significaciones y obsesiones se ve reforzada por el empleo de una sintaxis revuelta y trabada que recuerda mucho a la manera de hacer de Manuel Padorno (''Ya truena. En la rada ni un papel, un pinzón, / vuela. Dos barcazas cortan la estela de otra, / y en el aire una bruma de muy sucia tiza y rosa''). Con todo esto referimos, ni más ni menos, la retórica efectiva de un estilo que parecer madurar rápida y coherentemente.
Todas estas observaciones constituyen solo una somera aproximación crítica. Por la manera en que está escrito, por el desfile de imágenes vigorosas que nos ofrece, por la presencia agradable del conocimiento vale la pena aproximarse sin demasiadas predisposiciones. Luis Bravo acaba de comenzar su andadura y ya es un poeta del que nos gustaría aprender, porque visitar su casa nos ha regalado la emoción de lo que, siendo único, promete convertirse en inconfundible.
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